Tuesday, September 9, 2014

¿QUÉ ES SER PERUANO?

"Mi fantasía viene de un abolengo moro, los Andes son de plata, pero el León es de oro; y las dos castas fundo con épico fragor" ~José Santos Chocano

por Susana Danino @Berkeliana

Mural de Mosaicos. Trujillo, Perú.
Fuente: RPP


Definir la identidad del peruano es un tema muy controversial pues toca las fibras más profundas de la esencia del ser. El tema de la identidad obliga irremediablemente a revisar sus raíces, en cuyos parajes como pedazos de mosaicos rotos, yacen inertes heridas de subyugación y oprobio.  Este rompecabezas es un cúmulo de siglos de experiencias europeas y precolombinas: ambas fusionadas irreversiblemente desde 1492. Cualquiera diría que el peruano es un conjunto de culturas y en efecto lo es.  La España que conquistó el Perú era culturalmente híbrida y podría decirse que se recibió entre otros, todo el contexto histórico y social emanado de varias culturas, como la cultura latina, judía, y árabe.  Sin embargo, para muchos peruanos resulta difícil entender y aceptar la herencia europea y se le rechaza por las consecuencias que dejaron siglos de colonialismo y sujeción española.  Mientras algunos aceptan el legado español, otros lo rechazan por la burda copia de identidad que se impuso. Cualquiera fuera la posición lo cierto es que no hay guerra más terrible para el ser humano que el estar en constante pelea consigo mismo. 

Para hablar de la identidad del peruano, debemos tomar como punto de partida un evento histórico de gran trascendencia: la conquista.  En 1492 España conquistó gran parte del continente Americano.  Muchos académicos llaman a este evento “el encuentro”, otros prefieren llamarlo “el descubrimiento”, lo cierto es que el primero suena muy amigable y pacífico, mientras el último suena al hecho que América estaba perdida; ambos no reflejan la historia.  Según Benjamín Keen en A History of Latín American, la conquista refleja un balance objetivo del evento histórico, pues da "la visión del vencido", del conquistado y de la devastación que este evento significó para América.  Uno de los desastres de la conquista, fue la erosión del ecosistema por la introducción de animales y semillas foráneas.  Otro fue el sustancial exterminio de la población aborigen del 90% a 95% entre 1492 y 1575 debido a “la brutal explotación” que dio como resultado la desorganización social y la pérdida de la voluntad de vivir.  Asimismo, la muerte de miles de aborígenes por falta de inmunidad contra las nuevas enfermedades, agregó al deterioro de la población. Igualmente destructivo fue la paralización del desarrollo de las culturas, Azteca e Inca, las cuales no habían alcanzado su máximo potencial cultural.  Para Europa, en cambio, la conquista marca un gran apogeo y el final del medioevo para dar inicio a la modernidad. 

España pretendió formar y "domesticar" al indígena a su imagen y semejanza en base a la imitación de un modelo occidental que produce uno similar pero incompleto: "un mimicry", según sostiene Hommi Bhabha en Of Mimicry and man: The ambivalence of Colonial Discourse.  Por lo tanto se creó un sujeto que aunque fue hecho a imagen y semejanza del modelo, sólo asumió su presencia colonizada de manera parcial, ya que continuó pagando el tributo indígena por mucho tiempo sin integrarlo plenamente a la sociedad y sin los beneficios de una educación. El discurso colonial fue diseñado para producir identidades discriminadas y reguladas por situaciones de poder que fueron vagas,  fue una farsa mimética.  España creó identidades que luego negó y que usó con doble criterio ya que no permitió la igualdad de derechos. Por otro lado, la "brillante" idea de traer esclavos para evitar que el indígena lo sea, dejó también una marca indeleble en nuestra cultura.  Para bien o para mal se forzó una identidad, cuyos pedazos aún permanecen en las profundas paredes del sentir del hombre colonizado.

Sin embargo, no todo fue malo, la conquista dejó el legado del idioma castellano y —no fue por falta de lengua, pues existían muchas— sino por que se impuso a manera de ejercer control sobre la población.  Cabe anotar que la herencia de la escritura abre infinitas posibilidades al desarrollo del conocimiento humano. También se recibió el sistema patronímico de familia, legado visigodo durante su permanencia en la península ibérica.  Asimismo, los números arábigos, preposiciones y artículos, permanecen incólumes en las culturas hispánicas como el legado de la España árabe. Y en efecto se puede enumerar una gran lista de legados, lo evidente es que estamos mezclados como pedazos de mosaicos que nadan en mágico sincretismo; entre el castellano y el quechua; entre el latín y el aymara; entre el poema del Mio Cid y el Himno de Manco Capac; entre la oralidad y la escritura; entre el Dios Viracocha y la Virgen María; entre las fiestas patronales de la danza de los diablos y las procesiones del Señor Crucificado; entre el cajoneo del festejo y el triste de la quena; entre los movimientos sensuales de los Yoruba y las danzas afro peruanas, pero sobretodo entre pedazos de historia que buscan entender su compleja identidad.

Finalmente pretender decir que somos lo que fuimos antes de 1492 es una utopía, es un buen deseo y nada más, no podemos cambiar la historia.  Lo que si podemos hacer es aceptar nuestras múltiples partes y dejar de estar en constante pleito con nosotros mismos.  La conquista no sólo nos parió, también nos partió y nos mezcló; nos dejó en una constante búsqueda de esa identidad perdida, aquella identidad en construcción a la que se refiere Carlos Fuentes, en El espejo enterrado, como la metáfora de inconclusas construcciones que desde lo alto podemos apreciar en cualquier ciudad del continente americano.  Definir que es ser peruano, en términos de identidad —no de nacionalidad— continua siendo una tarea muy compleja, pero un buen punto de partida podría ser aceptando la historia, así como su doloroso y confuso legado.  Es necesario reconocer que sólo podremos avanzar aceptando las múltiples raíces que conforman nuestra identidad y construir en base a lo que somos y no en base a lo que fuimos: la historia es lamentablemente irreversible.

Bibliografía

Fuentes, Carlos. The Buried Mirror: Reflections on Spain and The New World.    

Houghton Mifflin Co. Ed. Boston, New York. 1999.


Rice Philip and Patricia Vaugh. Comp. Modern Literary Theory.  Hommi Bhabha. "Of

Mimicry and man: The ambivalence of Colonial Discourse."  University Press. New 
York 1989. 381.

Keen Hayes and Keith Hayes. "The Voyages of Columbus."  A History of Latin  

America.  Houghton Mifflin Co. Ed. Boston 2004. 57.

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