"La finalidad del arte es darle cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia." Aristóteles. (384-332 AC
La cautiva: Esteban Echevarría, 1836.
La cautiva: José Alberto León, 2014. El Comercio 25 de octubre del 2014.
La cautiva: Esteban Echevarría, 1836.
La cautiva: José Alberto León, 2014. El Comercio 25 de octubre del 2014.
Recientemente el arte ha desatado
una gran controversia —la que no es nueva— existe desde el Avant-Garde, entre la institución del arte y las preocupaciones
epistemológicas y socio-históricas de una sociedad. La búsqueda de soluciones
sobre la función del arte iniciada por la vanguardia, ha sido hasta el
momento, un fracaso. Igualmente, durante
los últimos años el postmodernismo intenta crear una nueva “praxis”, y así
socavar más aún las estructuras de la institución del arte, impidiendo su autonomía. Y aunque el retorno a los espacios
diferenciados por el tiempo y espacio, es imposible, muchos críticos creen que
la pretendida nueva “praxis” del postmodernismo merece un examen crítico que
evalúe sus abusos y excesos. Es así que la puesta en escena del drama “La cautiva” —defendida por muchos y repudiada
por otros— propone un cuestionamiento serio sobre la función del arte, la
mezcla de la historia y la ficción, y el placer estético. Siendo el drama un género con algunas
restricciones, la crítica se centrará en su heteronimia y la
institucionalización social de la interacción del arte con las personas. El
arte no puede engendrar dudas sobre un evento histórico, recurriendo a la
ficción como sustento, a punto de, cambiar su verdad misma; tampoco puede ser
un “proyecto comunitario” de “enseñanzas” pues para ello tenemos varias
disciplinas. El arte debe cumplir su
función estética y no someterse a “proyectos de masa”, ni a mezclar la historia
con la ficción, pues se presta a falsas interpretaciones.
Peter Burguer, critico alemán, es
uno de los más acérrimos detractores de los excesos de la vanguardia y los
abusos del postmodernismo. En “Theory of the Avant-Garde”, Burguer
propone a las décadas de 1890-1930, como “las cuatro décadas de vanguardia
histórica", un periodo de experimentación de formas iconoclastas y
herméticas. La vanguardia trajo muchos
“ismos” al lenguaje del arte, y su crítica se posiciona en Europa,
prominentemente en Francia, Alemania, y parte de Suiza. La vanguardia fue para Europa lo que el postmodernismo
fue para Norteamérica durante los años 60 y 70. La vanguardia pretendió
desestabilizar la institucionalidad del arte y rechazar los efectos del
capitalismo, proponiendo una nueva praxis de vida desde la base del arte,
asegura Burger (47).
El postmodernismo, por otro lado, ha
sucumbido ante las visiones "deconstructoras" —en su mayoría heredadas de la teoría marxista—. El arte entonces, se convierte en comunitario
o de “masas”, opcional y anárquico. Y tal como propone Theodor Adorno en Aesthetic Theory, “el arte como un modo
de socialización que permite a los propios intelectuales volverse entidades
resistentes fortificados”. Esta visión
coincide con la actitud de muchos intelectuales peruanos, llamados “caviares”,
cuya fortaleza parece residir en la defensa del “arte como memoria”, aquella
memoria trastocada que esencializa al terrorista, un individuo colonizado y
pobre, “víctima” de una sociedad indolente, aún cuando él fue el victimario. De igual manera se esta construyendo un Museo
de la Memoria, para que el mensaje del “conflicto armado interno” cale en la
población y nadie lo refute so pretexto de ser arte, un disfraz de “la verdad”,
originada del funesto informe de la CVR. Es de este modo que un grupo de intelectuales
caviares pretende crear nuevos significados, nuevas praxis, que intentan
destruir la memoria del terrorismo acaecido en el Perú.
Pero si la perspectiva del arte, desde un comienzo esta basada en un
sistema de imágenes, ¿cómo criticar a la sociedad desde una posición
epistemológica? El Postmodernismo altera
las formas recurriendo a conceptos que se prestan a una multiplicidad de
interpretaciones, incluyendo las opuestas. Al referente Ortega y Gasset en “La deshumanización del arte”, propone que
“un placer estético, tiene que ser un placer inteligente” (9). Por lo tanto sostiene que:
“Es
muy fácil que a un contemporáneo menor de treinta le interese un libro donde so
pretexto de arte, se le refieran las idas y venidas de unos hombres y unas
mujeres. Todo esto le sabe a sociología, a psicología y lo aceptaría con gusto
si, no confundiendo las cosas, se le hablase sociológicamente o
psicológicamente de ello. Pero el arte para él es otra cosa.” (32).
Pero no se puede hablar de “La
cautiva”, el drama, sin antes dar una breve referencia de “La cautiva”, poema
épico de Echevarría, 1836. El Poema parte de una visión romántica hacia los
modos de vivir del pueblo, que les descubrió las posibilidades de una
literatura autóctona basada en las peculiaridades históricas y geográficas de
la Pampa. Ya por entonces cundía también
la formula del liberalismo político. El tema central del poema, es el
cautiverio de María, a quien luego se le adhiere su esposo, dos personajes
cultos luchando por su libertad en la inhóspita Pampa argentina, y en contra de
los indios. El escenario del poema de Echevarría es la Pampa, espacio abierto y
a la vez el cautiverio de los indios y animales salvajes: la barbarie. La Pampa
es un personaje en el poema, es la naturaleza hostil, que acompaña el estado de
ánimo de los personajes, donde sucede una quemazón que atrae a las aves de
rapiña, al tigre y el indio que es uno más de ellos. El canto y el paisaje americano son los
elementos redentores del poema.
La cautiva, drama, de Luis Alberto León se
enfoca en un tema histórico que bañó de sangre al Perú en los 80 y 90: el
terrorismo asesino y genocida de la banda maoísta Sendero Luminoso y MRTA. El drama se inicia avalando la noción de
Conflicto Armado Interno, término plasmado en la Comisión de la Verdad y
Reconciliación, y sustentado por la Cruz Roja Internacional para efectos de
acogerse a beneficios establecidos por tribunales internacionales. Dicha noción intenta equiparar a las fuerzas
del orden constituidas por mandato constitucional, con grupos terroristas
delincuenciales.
Más aún, León crea un nuevo
prototipo, el de las Fuerzas Armadas como el personaje sinónimo de la
“barbarie”, el ave de rapiña, que como en la Pampa argentina, se alimenta de
carroña. Igualmente, se escenifica que el militar no sólo realiza actos de
aberración, sino de necrofilia, dando a entender que el caído fue execrado. La ironía
reside en que el acto de la barbarie se da en un espacio “civilizado”, cerrado,
frío y lúgubre, la morgue es el cautiverio.
Pero el sentido metafórico de los personajes y su impacto en la audiencia,
no tendrían importancia si la temática del drama fuera puramente ficticia. El hecho es que la temática no lo es y esta
discrepancia propone un conflicto entre lo que es verdad y lo que no lo es. Y aunque algunos defienden la noción que la
ficción tiende a dar una cara humana al evento histórico, esta es peligrosa,
por cuanto puede crear confusión al presentarse como cierta, ya que la historia
no se presta a lo imaginario, pues sus hechos nacen de su verdad misma. Muchos periodistas, políticos y hasta su
autor, defienden a la obra por ser un drama de ficción. Sin embargo, a la misma vez ellos, señalan al
drama, como una obra de arte que “invita a la reflexión” —de lo acaecido en los
80 y 90— noción que da por sentado este sentido de verdad, una gran
contradicción.
Por
último, todo discurso histórico debe ser objetivo, sus eventos reales deben
hablar por sí mismos y no ser objeto de narración, tal y como lo afirma Hayden
White en “The Content of the Form” (9). Desde la posición de la política cultural —la cual es el centro de la Vanguardia y el Postmodernismo—
podemos cuestionar si un proyecto cultural como “La cautiva”, el cual pretende
restituir la vida al arte, no esta exento de abusos que le quitan legitimidad. El arte, debe mantener su autonomía y no estar
sujeta a posiciones políticas y/o ideológicas que produzcan una variedad de
interpretaciones multidisciplinarias alejadas de su valor estético. El arte debe deleitar, no debe ser un
constante proyecto de mutación social dedicado a servir a un grupo de
intelectuales caviares, cuya fuente de referencia nace del pensamiento
marxista, aquel que fustiga el pensamiento canónigo. De igual manera, “La cautiva” el drama, no
debe mezclar la historia con la ficción, bajo el so pretexto de arte, pues imparte
en la audiencia una noción de veracidad y certeza que no tiene. Los peligros de esta nueva praxis heredados de
la vanguardia y el postmodernismo continúan siendo graves pues se desnaturaliza
y se “deconstruye” la esencia del arte y de la historia. Después de todo, la única cautiva resulta ser aquella memoria
terrorista que lucha por reivindicarse a sí misma, no en museos, ni en obras
de arte, sino en la memoria de los que vivieron el horror de Sendero Luminoso y
el MRTA.
Bibliografía
Adorno,
Theodor. Aesthetic Theory. Ed. Gretel Adorno and Rolf Tiedemann.
Trans. Robert Hullot-Kentor. Minneapolis: University of Minnesota Press. 1997
Trans. Robert Hullot-Kentor. Minneapolis: University of Minnesota Press. 1997
Burguer,
Peter. Theory of the Avant-Garde.
Minneapolis, 1984. 47.
Echevarria, Esteban. “La cautiva.” El matadero La cautiva. Madrid:
Ediciones
Cátedra. Leonor Fleming. Ed. 1993.
La
cautiva. Por Luis Alberto León.
Dir. Chela de Ferrari. Act. Nidia Bermejo,
Alaín Salinas. Teatro La Plaza de Larcomar. Lima. Oct 2014.
Alaín Salinas. Teatro La Plaza de Larcomar. Lima. Oct 2014.
Ortega y Gasset,
José. La deshumanización del arte. Madrid:
Revista de
Occidente en Alianza Editorial. 1925. 9, 32.
Occidente en Alianza Editorial. 1925. 9, 32.
White, Hayden. “The Value
of Narrativity in the Representation of Reality.”
The Content of the Form: Narrative Discourse and Historical Representation.
London: The Johns Hopkins University Press. 1990. 9.
The Content of the Form: Narrative Discourse and Historical Representation.
London: The Johns Hopkins University Press. 1990. 9.
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